30 junio 2005

 

"Terapismo"

¡Caray con la palabra! pero no se me ocurre otro modo de traducir therapism; la creciente manía de aplicar terapias por doquier y de patologizar cualquier tipo de reacción antes acontecimientos de diversa índole.

Ha llegado a mis manos un libro provocador (y muy recomendable para personas políticamente incorrectas): Christina Hoff Sommers & Sally Satel M.D., One Nation under Therapy. How the Helping Culture Is Eroding Self-Reliance, St Martin's Press 2005. Una crítica despiadada de la manía de patologizar cualquier tipo de reacción y conducta en mayores y pequeños, así como de la cultura del sentimiento (esa tendencia que lleva a los pedagogos a empeñarse en que los niños hablen de sentimientos en lugar de perseguir resultados), y la cultura de no juzgar los sucesos (como si todo el mundo pudiera tener sus razones y tuviéramos que aceptarlas aunque nos hagan daño). Eso y mucho más encontrarán Vds. en este libro, pueden ver otras referencias aquí y aquí.

Especialmente interesante y estimulante el capítulo sobre niños, The Myth of the Fragile Child, en el que da un repaso a diversas tendencias actuales en contra del stress, la competitividad en los deportes, la presencia de profesores exigentes, los deberes escolares y en el que hace una crítica despiadada y sugerente de la teoría que alienta la centralidad del análisis de sentimientos en el medio escolar (Goleman se lleva un rapapolvo de no te menees), etc. Remata el capítulo el párrafo que les traduzco a continuación (mis excusas por el estilo traductor .... pero es lo que tenemos a estas horas):

Hay muchos que creen que el terapismo en las escuelas es benigno y una influencia constructiva que conforta a los niños, calma sus miedos y refuerza sus sentimientos de auto-aceptación. Sin embargo, no hay tal evidencia. Al contrario, el régimen terapéutico patologiza a la sana gente joven. Alienta remedios para vulnerabilidades inexistentes, hace perder tiempo a los estudiante e impide su desarrollo académico y moral. Los estudiantes americandos son, con pocas excepciones, mental y emocionalmente firmes; tienen capacidad de adaptación. Necesitan más, no menos, deberes escolares. Son capaces de lidiar con el balón quemado.

p.s. Lo del balón quemado (dodgeball) es una referencia a una crítica que contiene el libro a los colegios que han eliminado semejante juego de sus patios por razones absolutamente deleznables y que Vds. se pueden imaginar.

Si tienen ocasión léanlo.

Comments:
Muy interesante. Me lo pido para verano, cuando lo acabes. Por cierto, lo del "balón quemado", ¿qué es? En mi colegio había una cosa que se llamaba "balón prisionero". ¿Es lo mismo?
 
Efectivamente balón quemado es lo mismo que balón prisionero (he utilizado el término de mi colegio, era el juego del recreo); y parece que hay pedagogos que consideran que no debe jugarse porque la situación de quemado o prisionero puede herir la susceptibilidad del niño capturado por el quipo contrario ¡manda narices!. Te lo reservo para el verano.
 
Yo, en mi ignorancia, imagino el siguiente proceso:
1.- Alguien decide estudiar, por ejemplo, los típicos comportamientos de "mala leche" que tenemos al volver de las vacaciones.
2.- Para poner un nombre a lo que está estudiando (porque si no tiene nombre, no le puede poner título a los papers que publique) lo llama, qué se yo, "Síndrome de Estrés Posvacacional". Si fuera ingeniero, lo abreviaría con SEP.
3.- El individuo de los puntos anteriores se convierte, misteriosamente, en un "experto" (nunca entendí la transición hasta aquí). El S.E.P. aparece en un telediario del 1 de septiembre (típico día en el que no hay noticias que dar...).

(sigue)
 
4.- El S.E.P. pasa a formar parte de lo universalmente aceptado. Algún divulgador publica un libro sobre el asunto, con un montón de consejos de auto-ayuda.
5.- Se diseña una terapia para combatir el S.E.P.
6.- ...

Y así con cualquier otro síndrome que queramos "descubrir".

Reconozco que no es mi campo. Pero es el típico método para divulgar ciencia: se pone un nombre a una cosa y la gente se aprende el nombre... aunque no entienda la cosa (como la relatividad, el principio de incertidumbre... o las terribles "radiaciones electromagnéticas" que todo lo invaden).

h
 
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